-¿Dónde es?- me preguntó mirándome con curiosidad, además de su típica cara de chiste que hace que te cueste creerle cuando se pone serio.
-En Madrid…- dije en voz baja por miedo al “no” que parecía avecinarse contra mis sueños aplastándolo todo y dejaría tras de sí una ilusión y un nuevo plan: “La Fuga ”.
-Jajajajajjajaja… ¿Estás de broma no?, ¿Crees qué te voy a dejar?- su sarcasmo me mató y me hizo cerrar los ojos durante unos segundos en los que pensé lo que podía hacer.
-Voy a ir.- dije seria y mirándole a los ojos con un leve destello de desprecio por no dejarme ir por las buenas.
-No vas a ir, tienes que hacer lo que diga tu padre- la voz de mi madre entró en la conversación. Me giré mirándola esta vez a ella, aún con la misma mirada de antes y que hacía apenas unos segundos estaba en mi padre.
-Que flipá la niña…- murmuró mi hermana, despreciándome por aquello. Aquella vez miré el suelo, y a Leo que estaba a mi lado esperando con atención a ver si caía algo directo en sus fauces.
-No sé donde tiene la cabeza…Vaya disparate- esa intervención fue la que realizó mi abuela, a la que tan siquiera me molesté a mirar porque ya nos conocíamos demasiado las dos.
Me concentré en mis pensamientos: Quiero ir a verlos. Quiero ir a ver a Andy, necesito verlos. Me mordí el labio pensativa y elevé la vista hacia mi padre que seguía comiendo de su plato con su hambre matutina.
-Voy a ir, queráis o no, iré, después de la selectividad iré a Madrid, veré a Andy, y escucharé a Black Veil Brides- dije en tono alto y claro, al mismo tiempo que hacía con brusquedad la silla hacía atrás y me levantaba con el plato, los cubiertos y el vaso en mis manos.
Ellos seguían hablando llenando la casa de tonterías y palabras estúpidas. Me aproximé al fregador lo dejé todo y me tumbé en el sofá poniéndome los cascos y pensando en todo lo que estaba por llegar.
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