Eran las cinco y media de la tarde y me encontraba andando por entre los árboles del campo, buscando algo, que ni siquiera yo sabía que era. Hacía varios días que me sentía terriblemente frustrada a pesar de haber aprobado el examen de Septiembre de inglés. Tenía claro que el comienzo de curso no era, pero aún así no sabía que era.
Concentrada en el ruido de mis pensamientos, que era bastante alborotado, noté como algo me rozaba las piernas que no estaban cubiertas por tela, ya que llevaba unos pantalones cortos. Primero me asusté, dí un brinco y miré como mi perro, me devolvía la mirada.
-Joder Leo…- le susurré acariciando su cabeza y suspirando profundamente.
Llevé mi mano derecha a mi pecho, sintiendo debajo de mi piel , los agitados latidos de mi corazón. Vaya susto me había dado el capullo. Puff. Pasado el susto, volví a encaminarme hacía un rumbo que no tenía preestablecido, cuando de repente mi móvil comenzó a vibrar en mi bolsillo, asustándome de nuevo. Lo saqué con rapidez, mirando que era Bryan.
-Dimee…- le dije esperando a ver que quería.
-Al final lo haré…- susurró
-¿Eeem..?-
-Colarme contigo y con Vidal en el hotel-
-Vale…genial…me alegro de que te unas- dije pensando que seríamos tres personas entonces para colarnos, es decir, menos posibilidades de que la cosa saliera en condiciones.
-Bien…pues solo era eso…para que lo supieras y tal…-
-Tranquilo…y gracias por decírmelo- dije con tono amable.
-De nada….Bueno…te dejo ¿oki?, a ver si nos vemos…te quiero!- murmuró colgando
-Y yo…- le contesté antes de que colgara – Pues…nada…aquí estamos Leo…solos tú, yo y el viento…- murmuré mirando de nuevo al perro.
Guardé mi móvil en el bolsillo derecho del pantalón y de nuevo comencé a caminar, esperando una señal o algo que consiguiera descifrar que narices me pasaba que provocaba aquel comportamiento raro en mí.
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